Diosas de la Luna: Mitos, Leyendas

Las diosas de la luna han sido veneradas y temidas a lo largo de la historia y las culturas de todo el mundo. Representan el poder místico de la noche, las mareas, la fertilidad y el cambio. Este artículo explora los mitos y leyendas detrás de algunas de las más importantes diosas lunares, su significado y cómo han sido adoradas.

Principales diosas de la luna

Selene, la Titánide de la Luna en la Mitología Griega

Selene era la encarnación de la luna en la antigua Grecia. Era una de las titánides, hija de los titanes Hiperión y Tea. Su nombre significa “brillante”, lo que representa la luz de la luna que ilumina la oscuridad de la noche.

Según la leyenda, Selene se enamoró del hermoso joven Endimión y lo visitaba todas las noches mientras él dormía en una cueva en el monte Latmo. Con el tiempo tuvieron 50 hijas, las menades o lunas. Se dice que la luz de la luna surgió de su amor por Endimión.

Los antiguos griegos ofrecían sacrificios a Selene para aplacar su ira o pedir su favor. Se creía que podía traer locura o suavizar los corazones atormentados. Fue muy venerada por magos, brujas y seguidores del ocultismo que realizaban rituales nocturnos en su honor.

Artemisa, la Diosa de la Caza y la Luna en la Mitología Griega

Artemisa era la diosa gemela de Apolo en la mitología griega, conocida por ser casta y virginal. Era la diosa de la caza, los animales salvajes, los bosques y la luna. Su nombre se cree que deriva de “artem hémeras”, que significa “sana de día”, lo que simboliza la luz de la luna que alivia la oscuridad.

Según la leyenda, Artemisa se apiadó de una joven doncella llamada Calisto que fue violada por Zeus y la transformó en la constelación Osa Mayor. El mito muestra su papel como defensora de las mujeres y su pureza inmaculada. Ella era conocida por su carácter impredecible y rápido para la venganza.

Los antiguos griegos adoraban a Artemisa dejando ofrendas en cuevas o bosques sagrados en noches de luna llena. Muchas jóvenes se unían en su honor a ritos secretos de iniciación para incorporarse a la edad adulta.

Chang’e, la Diosa de la Luna en la Mitología China

En la mitología china, Chang’e o Chang-O, es la diosa de la luna, a menudo retratada con un conejo blanco. Según la leyenda, era la esposa de Houyi, un héroe arquero que se convirtió en rey.

Cuando el sabio rey Yao le regaló a Houyi una píldora de inmortalidad como recompensa por salvar a la tierra, Chang’e la robó accidentalmente. Al tomar la píldora se elevó a la luna, convirtiéndose en la deidad lunar, separada para siempre de su amado.

Se cree que la imagen de Chang’e sobre su jade con un conejo hace medicinas que otorgan longevidad. Por eso se la considera símbolo de belleza, amor femenino y fertilidad. En el festival anual del medio otoño, la gente le rinde tributo con ofrendas de frutas, pasteles de luna y paseos nocturnos.

Ixchel, la Diosa Luna de los Mayas

Para los antiguos mayas, Ixchel era la diosa de la fertilidad, las mujeres, el tejido, la medicina curativa y la lluvia. También era conocida como la Diosa Luna y patrona de la curación.

De acuerdo con el Popol Vuh o “Libro del Consejo”, Ixchel era esposa del dios Sol Kinich Ahau. Cuando éste engañó a Ixchel, ella se molestó tanto que lo expulsó del cielo. Las lágrimas que derramó se convirtieron en las primeras lluvias que cayeron en la Tierra.

Su papel dual como diosa destructiva del diluvio y patrona protectora de los médicos y curanderos inspiró respeto. Las mujeres mayas llamaban a Ixchel para un parto seguro. También se creía que supervisaba los tejidos y protegía a los conejos, una fuente de alimento.

Su imagen a menudo se plasmó en incensarios, ollas rituales y figuras modeladas que reflejan su importancia en la cultura maya. Todavía hoy se la venera como protectora de las actividades femeninas.

Nut, la Diosa del Cielo Nocturno en el Antiguo Egipto

En el antiguo Egipto, Nut era la diosa del cielo nocturno, a menudo representada como una mujer arqueada cubierta de estrellas. Era hija de Shu, el dios del aire y Tefnut, la diosa de la humedad. También era la madre de Osiris, Isis, Set y Neftis.

Según la leyenda, Ra el dios Sol estaba furioso porque Nut se había tragado sus hijos. Temiendo la ira de Ra, los dioses declararon que Nut no podría dar a luz a sus hijos ningún día del año solar egipcio. PeroTot, el dios lunar, se apiadó de Nut y jugó al senet con Jonsu, dios del tiempo. Ganó suficientes días adicionales para que Nut pudiera dar a sus hijos.

Por eso Osiris nació el primer día, Horus el segundo y Set el tercero. Nut quedó elevada en el firmamento como la diosa que trajo el cielo nocturno y las estrellas. Se creía que tragaba al sol por el oeste para dar a luz de nuevo en el este al día siguiente.

Los egipcios adoraban a Nut dejando ofrendas en los techos de los templos para que ella las consumiera. Ella los protegía de los terrores nocturnos y era símbolo del renacimiento cíclico de la luz sobre la oscuridad.

Hécate, Diosa Luna de la Magia y las Encrucijadas

Originalmente una diosa titán de las antiguas tradiciones pre-olímpicas, Hécate se asoció más tarde en la mitología griega con brujas, magia, espíritus y espectros nocturnos. Se convirtió en la protectora de hechiceros y nigromantes que realizaban sus rituales de medianoche.

Hécate se representaba con tres cuerpos frente a frente, sosteniendo antorchas u otras armas. Los perros y gallos negros eran animales sagrados para ella. Se creía que caminaba por encrucijadas, cementerios y lugares donde los mundos de los vivos y los muertos se unían.

En la Roma antigua, se fusionó con Diana, diosa de la luna y de la hechicería. Sus seguidores dejaban ofrendas de comida durante las noches de luna llena para apaciguarla. Con el tiempo se convirtió en reina de las brujas y fantasmas que deambulaban por la noche.

Hécate sigue siendo una figura oscura y misteriosa vinculada al subconsciente, la ira femenina y los aspectos ocultos de la noche

Las Hermanas de la Luna: Las Tres Fases de la Diosa

Muchas culturas alrededor del mundo conciben a la diosa lunar en tres aspectos o fases que representan las facetas cambiantes de la luna. Las tres hermanas o formas se conocen como la doncella, la madre y la vieja sabia.

La doncella encarna el potencial ilimitado, la curiosidad y el espíritu libre e indomable de la juventud. Goddesses como Artemisa o Perséfone en la mitología griega representan esta fase virginal.

La madre simboliza la fertilidad, abundancia, sexualidad y poder nutritivo. Diosas madre como Deméter, Afrodita o Freya cumplen este rol cíclico de dar y sustentar la vida.

Finalmente, la vieja sabia o anciana representa el ocaso de la vida, la mirada introspectiva, el conocimiento profundo y la magia intuitiva que viene con la edad. Figuras como Hécate o Cerridwen ejemplifican el arquetipo de la vieja bruja experimentada.

Juntas, estas tres caras de la Gran Diosa expresan la naturaleza cambiante de la energía femenina a lo largo de la vida. La luna con sus fases creciente, llena y menguante se identificó desde tiempos remotos con el ciclo triple de doncella, madre y anciana.

El Poder Femenino de la Luna: Magia, Misterio y Transformación

La luna con su ciclo variable ha fascinado y atemorizado a la humanidad. Las diosas lunares concentran todo el poder místico, la belleza efímera y el terror primordial asociado culturalmente a lo femenino.

Como señoras de la noche, encarnan facultades de intuición, percepción extrasensorial, encantamientos, pócimas de amor y maldiciones mortales. Son patronas de las sacerdotisas, oráculos, brujas y hechiceras que han sido admiradas y temidas a partes iguales.

Desde Aradia en la brujería europea hasta Lilith en la Cábala judía, las reinas de la oscuridad ejemplifican la fuerza indómita de la naturaleza y la sabiduría espiritual distinta a la lógica solar-patriarcal. Su atributo es la transformación.

Ya sea una amante celestial como Chang’e, una cazadora salvaje como Artemisa o una tejedora cósmica como Ixchel, las multifacéticas diosas de la luna continúan ejerciendo su hechizo de misterio, imaginación y posibilidades ilimitadas sobre nosotros. Su magia florece más brillante con la llegada de cada anochecer estrellado.

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